Mi persona se ha encargado
personalmente de que las habas estén vetadas en la Cazueli porque una receta que
las use desprestigiaría su buena fama pero, sobre todo, el verde de su asa. Si
todavía os preguntáis por qué no deberían existir no dejéis de leer mi traumática
experiencia con ellas.
Se trata del alimento por el que
llegué a obtener el récord Guinness de los cinco metros pasillo, por el que
superé la velocidad de Usain Bolt en el trayecto del salón al baño y por el que
pasé tareas de matemáticas llorando no sólo por los números.
Podré parecer exagerada, pero más
exagerado es el asco que me dan. Para mí, llegar a casa después del colegio y
encontrar un plato con habichuelas era igual que llegar a la universidad y sólo
encontrar gente del instituto: la desilusión en forma de comida.