viernes, 13 de junio de 2014

FIDEUA

Aunque no me acabe de desagradar, a día de hoy sigo preguntándome que habiendo paella ¿esto para qué?. Y como la buena comida es incuestionable, en el momento en el que me planteo una sola duda (sea cual sea) determino que ese alimento no debería existir. Así de radical me levanto los viernes.
Salteado de fideua con el condimento de una lata de sobras estilo macedonia.

En su conjunto la fideua no está mal, eso sí, ¿a qué tipo nos referimos a la hora de juzgar? Porque según la principal fuente de sabiduría del siglo XXI (Google) puede ser de pollo, de marisco, de verduras, de carne... 

Esto ya nos da una serie de pistas de por donde van los tiros, para ser más concretos, a las sobras. Alguien podría rebatir esto diciendo que es cuestión de gustos o simplemente variedad... ¿se ha cambiado a lo largo de la historia la receta de unas buenas lentejas? Yo diría que no, por lo que el condimento de la fideua podría definirse como un "aquí te pillo, aquí te emplato".

Pero hecho a consciencia, que no dudo que alguien lo haga así, elegir los complementos que añadirle es muy arriesgado porque en este caso los ingredientes estrella suelen ser los mejillones o las almejas, que ya de por sí merecerían un post entero para ellos solos.

No obstante, si se pudiese destacar una sola cualidad de la fideua por encima de las bondades de la paella yo apuntaría a los fideos gordos, porque es así como se llama en realidad esa pasta que lleva, que no os engañen. Estos superan al arroz a la hora de retener el sabor, lo que supone un arma de doble filo: puede estar muy bueno o puede estar, como se dice en mi tierra, "regular na más".

A todos aquellos delicados siempre nos quedará la técnica del imán: reunir lo bueno y apartar lo demás. Todo el desperdicio... no lo miréis, así el sabor os convencerá.

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